lunes, 8 de febrero de 2010

Externo entrada 1

No sé si estoy mal porque me siento nervioso, o es que ralmente he cogido algo ahí en la calle; mi estómago está revuelto y no puedo dormir la noche anterior a mi primer dia como externo. No sé bien cuales son las funciones que voy a realizar en el hospital, pero estoy completamente conciente que tengo miedo, miedo de meter la pata y hacer que otro la estire por mi culpa, miedo de no saber lo suficiente como para sobrevivir esta época extraña y adrenalínica que se me viene encima.

Duermo mal esa noche, duermo poquísimo; quería llegar al día siguiente fresco y preparado, pero en lugar de eso estoy deshidratado y con el abdomen adolorido y distendido, ahora sí me he convencido que es una infección y no los nervios, o quizá, un poco de ambos.

El día transcurre rápido, rapidísimo; no he tenido tiempo de frenar un segundo a reflexionar qué estoy haciendo, sólo lo hago, descubro en la marcha en qué consiste mi trabajo, tomo muestras, busco resultados, dejo órdenes que tomarán los encargados del laboratorio... el día me ha quedado chico, entre intentar aprender algo y terminar de correr todo el plan del día de todos los pacientes que comparto con la interna. Intento aprender, pero estoy cansado, mi mente va lenta como una tortuga en un espacio de velocidad vertiginosa... me doy cuenta de la rapidez del día, del miedo a no hacer las cosas mal... me gusta.

Llego a casa, literalmente hecho mierda, me duelen los pies, la espalda; quiero dormir, pero en lugar de eso, hay que leer por lo menos un rato, si no, lo empírico del día quedará a medias, quedará medio vacío si uno no se pone a leer sobre lo que ha visto... me prgunto, realmente estoy hecho para este tipo de vida?

1 comentario:

elena clásica dijo...

¡Qué alegríaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!
Mi querido médico poeta, más médico y más poeta que nunca.
Quizá esta vida, Sebastián, este diseñada para que podamos formularnos preguntas, y no para que ofrezcamos respuestas. No hace falta que lleguemos íntegros, como decía un poema que leí al viento el otro día ¡y he perdido sin saber su autor! (espero recuperarlo), no, no hace falta que pasemos de puntillas por las cosas, está bien, que nuestra alma se vaya quedando en nuestras angustias, que se disuelva en desazón, en amor, o en dolor, pero que no pase de rositas por este mundo...
vívelo con toda tu pasión, si te formulas preguntas, ya estás comprometido, no puede haber un médico mejor que tú.
Ha supuesto una alegría inmensa encontrate de nuevo por estos Lares, echaba de menos tu labor por aquí.
Mi abrazo, querido amigo.